Estas invitada/o a la pasión de Aprender a Vivir
- Cecilia Kirby
- 3 dic 2017
- 2 Min. de lectura

Podríamos concordar en que no hay vivencia, materia o tema de estudio más básico e importante que la conciencia de la propia existencia sobre la cual se fundamentan las decisiones de la vida y se derivan las consecuencias de las mismas.
Paradójicamente la vida parece desplegarse azarosamente día tras día, paso a paso, momento a momento, bajo múltiples fuerzas, internas y externas, conscientes o no, vivenciando como inevitables las caricias o golpes del destino. Día tras día, año tras año, década tras década, hasta morir. No se enseña a vivir.
No hay una escuela para aprender a vivir, salvo la vida misma, lo cual deja un amplio márgen de error e incertidumbre, que a veces puede resultar en un aprendizaje y crecimiento, al ritmo de cada quién, y para otros un apego a la frase “genio y figura hasta la sepultura”.
No parece justo, siendo tan breve la vida, casi vertiginosa en las últimas décadas, que se pierdan años preciosos de paz, felicidad y amor, con uno mismo y los demás.
Nadie quisiera sufrir,ni hacer sufrir a los demás, pero muchas veces lo hacemos, incapaces en su momento de contemplar opciones, llegando incluso ante situaciones límites a pensar en la muerte como una seductora renuncia a la batalla.
Soñar la vida, aprender a vivir y tomar las riendas de la propia vida es una intención humilde y ambiciosa, sin olvidar la frase que dice que “si quieres hacer reir a Dios cuéntale tus planes”.
Apostar por un intento, serio y reflexivo, a partir de donde y como estés y lo mejor que se pueda.
Se trata de no renunciar a la vida antes de tiempo, ya que aunque la piel acuse el paso de los años, el corazón en su capacidad de amar no se agota hasta el último segundo de vida.
Desde una perspectiva cronológica se trata de mirar el pasado para aprender y gozarse en él, reconociendo que lo único real es el presente y mirando de frente a un futuro que haga soñar en un marco de sentido y plenitud.
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